El alivio del dolor articular, la artralgia o la artritis (dolor + hinchazón articular) se basa principalmente en la prescripción por parte del médico de antiinflamatorios no esteroideos (tras comprobar la ausencia de contraindicaciones, incluido el daño renal activo) y de fármacos contra el dolor. Si persiste el dolor en una única articulación, puede aliviarse con una inyección intraarticular (infiltración) de glucocorticoides. Los antimaláricos (hidroxicloroquina/cloroquina) tienen aquí su mejor indicación. El objetivo principal es lograr la reducción y, a continuación, si es posible, suspender los glucocorticoides, sin que se reactive el dolor o progrese la enfermedad a una forma más grave.
En ocasiones, el dolor articular puede justificar otros tratamientos como el metotrexato (muy utilizado en la artritis reumatoide) o, en las formas más intratables, otros tratamientos inmunodepresores y biológicos como el belimumab o el anifrolumab